martes, 17 de marzo de 2020

Comunidad musical y mundo interior


Como dice una canción del músico argentino Luis Alberto Spinetta, “toda la vida tiene música, y tu respuesta tiene música del sol”. Esta breve frase, sin embargo, guarda un vasto significado. Aún cuando nuestra vida, que no es eterna, se vea constantemente constreñida desde la infancia bajo prismas y esquemas que solemos no escoger; la escuela, el trabajo, trayectos, compromisos impostergables, eventos sociales de toda índole que llevan ocurriendo mucho antes de nacer, en forma de una especie de "cronometrización" del tiempo individual en tiempo social, se trata en el mejor de los casos, de asumir lo mejor posible, que somos animales sociales. Además, no debemos olvidar que cada individuo tiene un tiempo interno personal, un ritmo que incluso podemos desconocer y he allí también, una razón de su paradojal existencia: somos distintos e iguales, aun cuando no lo sepamos. Cuando queremos acceder a este lugar personal, a veces inóspito, otras veces apacible, solemos entre otras formas, sintonizar una canción que nos agrade. Y allí, en plenitud, emerge con toda propiedad y certeza, el espacio interior. Agenciado por el sonido, se exterioriza a través de nuestra expresión corporal-afectiva del disfrute. Este reflejo de nosotros mismos que puede traducirse en un gusto musical, nos permite compartir con otras y otros, e inclusive experimentar una cierta identificación colectiva cuando concordamos en la preferencia por un estilo o banda musical, algo que parece sencillo y poco importante, sin embargo es relevante.   La música entonces, es capaz de traducir nuestros estados emocionales, sentimientos y libertades a través de un flujo sonoro codificado que puede ser música pero también podría ser un determinado paisaje sonoro. Con esto último quiero decir que a momentos, una voz que escuchamos imprevistamente en la calle, o el tren pasando a cierta hora del día bajo un clima determinado, nos puede transportar a una sensación indescriptible quizás para las palabras, pero claramente distinguible a nivel corporal y emocional, en la evocación de un recuerdo y/o la liberación de endorfinas con sensación de bienestar. Todo esto, gestionado por la audición. En definitiva, existen muchas maneras de entender y de estudiar la percepción sonora. Si lo pensamos desde la neurociencia, también necesitaremos vincularlo con una perspectiva social y artística, para facilitar las posibilidades terapéuticas que la música es capaz de darnos, a la hora de tratar patologías que el cuerpo sintomatiza como enfermedades graves y que muchas veces, tiene como fuente de origen la tristeza.     Por su parte, la academia se ha dedicado a profesionalizar progresivamente el estudio de la música, convertiéndola en ciencia estricta, definiendo ciertas estructuras para su replicación exacta en base a ciertos parámetros, que la definen como lo que entendemos por estudio profesional de la música occidental, la cual se divide en distintos géneros e instrumentación. Con ello, se ha distanciado de consideraciones que entiendan al ser humano como una especie musical innata, parte de los rasgos creativos propios de su cultura ritual cotidiana, y por tanto, fundamento elemental de su capacidad expresiva como ser vivo. Desde esta óptica, la música comunitaria proveniente de pueblos indígenas que han basado su existencia en comunicación intrínseca con su medio natural, saben mucho. Y la desconexión con esta dimensión de "atención plena", propia de la modernidad, limitan la vivencia musical como una forma orgánica de ser humanos entre seres vivos, y probablemente sea un reflejo de las razones por las que el ser humano esté al borde de su autodestrucción. Puede sonar apocalíptico, pero se resume en que la falta de cariño entre seres humanos no nos hará libres. La situación de "sociedad" no debería alejarnos de comprender que somos "comunidad", necesitamos encontrar ese sonido interior, y desde allí encontrarnos para vibrar y sanar lo que sea necesario, en cada encuentro, a través de la empatía. Desde este lugar, creo que la música propicia relaciones profundas y reales de atención plena en el cotidiano. Es necesario romper las estructuras "que nos atan a la pena de poseer", para finalizar con otra canción, y así entender que todo momento es sonoro y valioso para desobedecer un poquito lo que nos enseñan, y recordar quienes somos.


sábado, 22 de diciembre de 2012

Interdisciplina para relaciones sinestésicas

Cuando la música se compone para audiovisual, sea cine o teatro, surgen preguntas que muchas veces se relacionan con la capacidad del músico o del actor para enfrentarse a lo que constituye un tipo de viaje del que es consciente antes de que comience. ¿Que significa ser músico? 

Actualmente existen muchísimas escuelas en las que la división consiste en determinar al inicio de la formación si serás compositor o intérprete. Y en este sentido, la escuela a la que se ingresa se preocupa de seleccionar elementos que constituyan para el estudiante una fuente de certezas respecto a lo que es la música, de que se compone y como debe ejecutarse. Estos conocimientos trascienden las fronteras de los países y provienen de la antigua Grecia, entre otras cunas. El mismo Platón fue quien describió a los instrumentos de cuerda como expresión de la perfección armónica de la razón, de lo apolíneo, y a los instrumentos de viento como el ritual misterio de la desmesura Dionisíaca. El origen de la tragedia en Grecia es descrito por Nietzsche como la unión de ambos elementos. Es asi como surge el culto a Dionisio y Apolo, dioses en contradicción y a la vez complementarios. El goce estético de Dionisio aparece en la embriaguez de los afectos, en su mímica histriónica, la cual es captada por el ojo de Apolo, preocupado de plasmar en formas figurativas, la excitación de sus visiones. 

Ambos entonces, se necesitan. En este sentido, y considerando la mundanidad que nos convoca, ¿podemos también pensar en la música como una relación social, como una forma de descubrimiento personal? ¿Quien ha determinado cual es la mejor forma de tocar una flauta o cual es la afinación necesaria para que un charango y un conjunto de tarkas peruanas suenen correctamente cuando un bailarín da giros por el suelo luego de ser apuñalado por el destino? Efectivamente podríamos decir que la música no está bajo ningún punto de vista, exenta de las influencias que la ciencia racional ha ejercido en el conocimiento personal-universal de todo lo que ha ido progresivamente constituyendo al occidente. 
Pero, ¿en que momento una imagen puede decir que "¡esta es su música!" y viceversa?. Existe un vinculo en este tránsito, que la razón segmenta pero que en nuestra realidad sensorial no lo está. El sonido que viaja en la imagen, que proviene de la imagen, en la percepción suceden simultáneas. Incluso cuando la imagen es construida en un minuto y grabada para ser sacada de ese tiempo contingente en el que sucede, la música debe saber acompañarla, siempre y cuando quiera seguir a la imagen pues a veces cerramos los ojos y no falta nada... Y si pensamos en esta ficción desde lo humano, es una relación social la que vincula ambos mundos concretizados en las mentes de quienes imaginan una parte de todo,para darle sentido a lo que hacemos. Por ello las formas no están dichas a cabalidad, aún queda por explorar, por conocer, por imaginar.